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Ronald Balza: “Aquí surgió una economía subterránea”

El economista asegura que “una política que trate de influir sobre el mercado cambiario y no tenga en cuenta la existencia de un mercado paralelo, puede terminar fracasando”


Enrique Meléndez

A juicio del economista Ronald Balza la confesión que han hecho los más altos funcionarios del Gobierno de que los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) sólo están restringidos a los partidarios de la revolución puede ser perjudicial hasta para ellos mismos.

“Eso es muy peligroso, porque en la medida en que haya menos que repartir, entonces el Gobierno va a ser más selectivo, con respecto a quienes son revolucionarios”, afirma el también profesor de la UCV y UCAB.

“El Gobierno prefiere pagar la deuda, mientras pone a pasar hambre a la población”

¿Qué explica el hecho de que el Gobierno se mantiene en una total inercia, a pesar de la situación crítica que estamos viviendo los venezolanos, y la que ya reviste carácter humanitario y sanitario?

Yo pienso que el Gobierno sí está haciendo algunas cosas. Lamentablemente, cosas que empeoran la situación. El Gobierno reconoce la existencia de las colas, reconoce la existencia de la reventa del producto, pero no reconoce las causas. Por eso la solución que encuentran son estos Clap, que son mecanismos de distribución de alimentos, de acuerdo con la aprobación de un grupo de vecinos que estén reconocidos por el Gobierno.

Se trata de un mecanismo de conservación del poder por presión sobre los partidarios y no partidarios con el acceso a bolsas de comida. Cuando te digo que está haciendo cosas que empeoran la situación, es porque no está yendo a la raíz del problema. La verdad es que no hay suficiente producción nacional y no hay suficiente importación para abastecer a la población.

No la hay por dos razones: una, porque el Gobierno ha venido destruyendo las empresas venezolanas; y otra, porque al no tener divisas, y no las tiene porque nos endeudó, está pagando una deuda enorme, y porque utilizó las reservas internacionales de una manera muy irresponsable e hizo un gasto del que no estamos viendo ningún resultado. Al no tener divisas ni para importar bienes terminados, ni insumos, ni repuestos para los vehículos, pues no hay mucho que repartir.

El Gobierno, ciertamente, no está tomando decisiones en la dirección de mayor producción, sino de distribución, que es cada vez menos. Por eso cuando hablamos de inercia, entendemos la dirección en la cual esperaríamos ver la solución del problema, pero el Gobierno no se mantiene en inercia con respecto a las medidas que pueda adoptar para la conservación del poder de la peor manera: chantajear a la población con relación a los alimentos.

Algo que ha sorprendido a la opinión pública es el hecho de que los voceros del Gobierno se han quitado la máscara y han admitido que los Clap son exclusivos para los partidarios suyos, que los “escuálidos” están excluidos. ¿Qué piensa usted?

«no se puede distribuir lo que no se tiene»

Que esto es algo, incluso, que lamentablemente perjudica a los propios partidarios del Gobierno. Porque no se puede distribuir lo que no se tiene, y el Gobierno, luego de este endeudamiento tremendo, está reduciendo las importaciones para pagar deuda, y al hacerlo de esa manera está mermando la cantidad de productos disponibles para la distribución.

Por eso se justifica de alguna manera diciendo que hay revolucionarios y contrarrevolucionarios, y que hay que alimentar, sobre todo, a los revolucionarios. Eso es muy peligroso, porque en la medida en que haya menos que repartir, entonces el Gobierno va a ser más selectivo, con respecto a quienes son revolucionarios.

¿Qué tipo de ajuste estaría recomendado para la situación actual? ¿En qué condiciones usted lo enmarcaría?

Yo pienso que el camino que el gobierno ha seguido hasta ahora no puede continuar. Eso significa que hay que hacer cambios muy importantes. Pero el orden en el que el cambio se haga es muy relevante. Por eso hay que entender la realidad del gradualismo de las secuencias en los cambios de política.

Cuando un paciente entra a una sala de emergencia todo se tiene que hacer muy rápido, pero se tiene que hacer de acuerdo a un orden, que brinde la mayor probabilidad de curar al paciente. Aquí habría que tomar decisiones rápidas, pero habría que hacerlo en el orden adecuado. Por ejemplo, aquí hay que levantar los controles de precios y los controles de cambio. Pero para poder hacer eso, hay algunos requisitos previos.

«hay que hacer una transferencia directa a la población para que pueda adquirir productos»

Por ejemplo, hay que hacer algún tipo de transferencia directa a la población, de modo que pueda adquirir producto, en un momento en que se está dando un cambio, y eso requiere una evaluación presupuestaria que permita hacer ese tipo de gastos, que deben ser temporales, y debe quedar muy clara su temporalidad, sin empeorar los problemas de inflación, que ya tenemos de un modo extraordinario.

Además, hay que disponer de dólares que permitan sostener un sistema cambiario, así como generar cierta confianza sobre los observadores del precio del dólar en Venezuela, y para eso hay que preguntarse cuál es la fuente de acceso a las divisas. El Fondo Monetario Internacional puede ser una alternativa, pero puede haber otras. Otros multilaterales o puede haber otros tipos de inversionistas que puedan tener interés en Venezuela, sabiendo qué es lo que se piensa hacer y existiendo credibilidad sobre eso. Si un nuevo gobierno se lanza a levantar los controles de cambio y de precio, sin haber previsto alguna de estas medidas, pues es posible que haya una reversión de esas medidas.

Nosotros tenemos ejemplos en Venezuela: por ejemplo, el levantamiento del control de cambio en 1989, fue revertido por Rafael Caldera en 1994, y el levantamiento del control de Caldera de 1996 fue revertido por Chávez en el 2003. O sea, aquí hay que pensar en un plazo largo. No hay que pensar en la solución del problema en forma instantánea, porque, lamentablemente, eso no dura sino un instante, y yo pienso que aquí el marco dentro del cual la economía funcionaría en los próximos años debe ser algo suficientemente conocido.

«no es solamente levantar los controles de cambio»

O sea, no es solamente levantar los controles de cambio y de precios. Hay que saber cómo se va a tratar la inversión extranjera, cómo se va a tratar la inversión nacional, cuáles son los límites de la competencia y del monopolio del país, cuáles son las condiciones laborales sobre las que se va a trabajar, cuáles son los mecanismos para cambiar el sistema económico, a medida que haya nuevas decisiones que se tengan que adoptar, cómo va a funcionar el Seguro Social, cómo va a funcionar la salud y la educación pública, cuál es el acceso que van a tener las iniciativas privadas en la prestación de los servicios sociales.

Todo esto es un trabajo que implica una tesis política muy importante, porque es la descripción de una nueva manera de relacionarnos, que sustituye el actual desastre en el cual estamos.

¿A su modo de ver, una planificación económica supone previamente una planificación política, de acuerdo al plan que se adopte?

Los economistas y los políticos a veces tratan de preservar su espacio y decir cada uno que le está proponiendo una solución económica o política a determinado problema. Pero toda decisión en economía desde un gobierno tiene un efecto redistributivo, y sobre eso puede haber conflictos, y el conflicto es un problema político, o sea, hay que preguntarse cómo hacer viable un proceso en el cual puede haber producción, puede haber protección a los vulnerables, que los hay, pues existen personas que pueden estar enfermas, que pueden estar desempleadas o que ya han pasado la edad de seguir trabajando.

Entonces, en una sociedad en donde se reconoce la vulnerabilidad, se reconoce la necesidad de la redistribución, y la redistribución, si se hace mal, puede acabar con la producción, como ha hecho el presidente Chávez con nosotros, que ha destruido la producción con una idea redistributiva, que ha terminado fracasando. Si no se reconoce la existencia de los vulnerables, como tal, la lucha por los derechos sociales se manifiesta. De manera que no es posible separar la economía de la política, y menos luego de haber pasado por un sistema en el que el manejo de la economía ha pretendido hacerse con planificación centralizada, a la cabeza de la cual está el presidente de la República.

Desmontar un sistema de este tipo y crear otro constituye un trabajo político, que debe tener en cuenta la necesidad de establecer reglas que fomenten una economía efectivamente próspera. Además, hay un ambiente internacional que no es del todo sencillo para poder entrar produciendo y vendiéndole algo a alguien.

«la redistribución, si se hace mal, puede acabar con la producción»

Usted ha hablado de una “economía subterránea”. ¿Pudiera ilustrar este concepto?

Economía subterránea es un concepto que ya tiene un cierto tiempo manejándose en otros países. En Colombia, por ejemplo, está asociado con actividades que no sólo son ilegales, sino que no sean bien registradas. Entre las actividades ilegales la peor es el narcotráfico, y de las que puedan ser no registradas están aquéllas en las cuales las oficinas de estadísticas no tienen acceso: por ejemplo, la economía informal, el trabajo de los buhoneros o de los bachaqueros.

Por lo tanto, hay distintos criterios para poder entender una actividad como subterránea. En nuestro caso la existencia de los controles de precios ha hecho surgir redes de distribución subterránea, que es lo que muchos han llamado bachaqueo o contrabando, y que afectan, no solamente a personas dentro del sector privado, sino también dentro del sector público. La venta de divisas, por ejemplo, que se hace dentro de contextos, que no son los de un mercado formal y bien conocido y transparente, termina haciéndose en una economía subterránea.

Eso genera varios problemas. Toda medida económica que se adopte sin tomar en cuenta la economía subterránea puede terminar fallando. Una política que trate de influir sobre el mercado cambiario y no tenga en cuenta la existencia de un mercado paralelo, puede terminar fracasando, que es lo que ha pasado con el Simadi, con el Sicad y puede efectivamente pasar con el Dicom.

«controles de precios han impulsado redes de distribución subterránea, el llamado bachaqueo o contrabando»

Ese es un mecanismo en el cual no se toma en cuenta que la existencia de un control genera actividades fuera del control, que termina además de impulsar la economía en una dirección que no es la que el controlador quiere.

Cuando haya un cambio en las políticas económicas en nuestro país, el que proceda a orientar ese cambio tiene que reconocer que aquí surgió una economía subterránea, en la cual el narcotráfico puede ser una parte, pero no es lo único y, no necesariamente es lo más extendido en la población.


Deuda injustificable

¿Está en capacidad el Gobierno de honrar sus compromisos de deuda este año? ¿Qué pasaría si de declara en default?

En lo primero que hay que insistir es que esa deuda no deberíamos tenerla, porque si buscamos en qué se convirtieron esos dólares que nos prestaron, pues yo no los veo invertidos en nada: la mayor parte de las obras de infraestructura no están terminadas. Donde se invirtieron ingentes cantidades de recursos tenemos problemas con la electricidad, con el agua. Es decir, hay problemas que no deberíamos tener, si arrastramos una deuda tan grande.

Además, esa deuda se asumió cuando el Fonden recibía reservas internacionales, y esas reservas se perdieron, por eso tenemos problemas a diario tan severos, de modo que no se justifica la deuda que arrastramos.

Lo segundo, el Gobierno ha pagado la deuda y, no obstante, no ha bajado el riesgo país, y no lo baja porque todos los acreedores de Venezuela saben que si el petróleo no sube, es posible que no tenga para pagar la próxima vez, y eso genera un riesgo muy importante para los acreedores y ellos lo saben. Eso mantiene el riesgo país muy alto, aunque Venezuela pague la deuda.

El problema de no pagar, depende de la deuda que no se pague. Porque hay distintos tipos de deuda y distintos tipos de acreedores y distintos tipos de condiciones de deuda. Pero no pagar una deuda envía una señal, y la señal puede ser peor o mejor, depende en el contexto en el que la decisión se tome.

Por ejemplo, si el Gobierno tuviera un plan de renegociación de la deuda, pudiese tener algún tipo de asistencia financiera y la hubiese logrado, porque tendría un programa coherente de uso de los recursos públicos, manifiesto en un presupuesto abierto y de libre acceso para todos los venezolanos, de modo que no pagar la deuda en este momento y renegociar las condiciones puede ser una buena noticia para el país.

Ahora, si el Gobierno simplemente dice: no pago, y no hago nada para pagar, pues los accesos a divisas se pierden. Nosotros somos un país que ha dejado de importar mucho, con gravísimos problemas con los alimentos y las medicinas, y en la producción de las empresas que todavía existen. Ahí hay un problema gravísimo, porque el Gobierno prefiere pagar la deuda, mientras pone a pasar hambre a la población, y si hace lo contrario entonces, como te decía, se nos cierra el acceso a las divisas.