El economista cree que urge “un profundo proceso de reingeniería” de la estatal petrolera, que la libere de la “sobrecarga de funciones” que no son consubstanciales con su misión
Enrique Meléndez
El economista Víctor Álvarez afirma que de los 325 mil bolívares a que se elevó el salario mínimo, sólo un 40 % corresponde al sueldo, mientras que el 60 % es un bono que no vale para el cálculo de las prestaciones sociales, vacaciones, pensiones de jubilación, etcétera.
“En la remuneración de los trabajadores cada vez pesa menos el salario, lo que implica una des-salarización y precarización de la fuerza de trabajo”, puntualiza el exministro de Industria, y Premio Nacional de Ciencias.
“El control de cambios no pudo detener la fuga de capitales”
Esta semana hemos visto los reportes de los ingresos de Pdvsa en yuanes. ¿Qué piensa usted de esta modalidad?
—El comercio internacional se lleva a cabo con base en las divisas más aceptadas, que son el dólar y el euro. Subastar yuanes, rupias o rublos limitará severamente la gama de proveedores a China, India y Rusia, países que no siempre ofrecen materias primas, insumos, repuestos y maquinarias con la mejor calidad y los mejores precios. Y convertir yuanes o rupias en dólares o euros para preservar los proveedores con los cuales se tiene una relación comercial de larga data, exige encontrar nuevos bancos corresponsales y pagar las comisiones de rigor.
Creo que con esta medida lo que el Gobierno realmente busca es protegerse de nuevas sanciones del Gobierno estadounidense, las cuales pudieran afectar la venta del petróleo venezolano. Y en las actuales condiciones de un mercado sobreabastecido, los 700 mil barriles diarios que EEUU dejaría de comprar sólo podrían ser colocados en China e India, cuyas economías tienen necesidades de petróleo para atender sus altas tasas de crecimiento, razón por la cual esos gobiernos podrían lanzarle un salvavidas a Miraflores, comprando ese petróleo, pero sólo si lo pagan con yuanes o rupias.
¿Qué debe hacer a su modo de ver Venezuela en lo que atañe a su política cambiaria?
—A lo largo de 14 años de control de cambios, ninguno de los objetivos planteados en el Convenio Cambiario N° 1 fueron cumplidos:
El control de cambios no pudo detener la fuga de capitales: la baja tasa de cambio oficial en comparación con el dólar paralelo opera como un incentivo perverso para cometer toda clase de fraudes a la Nación; que alimentaron la fuga de divisas y descalabraron las reservas internacionales.
El control de cambios no estabilizó el precio de la divisa: la tasa de cambio oficial se devaluó del equivalente a 1,6 Bs/$ en 2003 a 3.445 Bs/$ en la última subasta Dicom, mientras que el dólar paralelo ha llegado a ser 2.500 veces más que la rezagada e irreal tasa Dipro de 10 Bs/$. Semejante brecha es un perverso incentivo para los cazadores de rentas que capturan el dólar barato para luego revenderlo más caro.
El control de cambios disolvió el poder de compra del bolívar: la brecha entre los diferentes tipos de cambio corrompe el sistema de precios que se rige por el dólar paralelo. Las distorsiones cambiarias disolvieron el efímero bolívar fuerte, al extremo que se hizo necesario acuñar un nuevo cono monetario con billetes de hasta 20 mil bolívares.
«Las operaciones de compra-venta se fijan cada vez más con base en la cotización del dólar paralelo»
El control de cambios instauró una ruinosa sobrevaluación: al anclar la tasa de cambio y no corregir el diferencial inflacionario, el mayor poder de compra externo del bolívar, convertido en dólares, facilitó toda clase de importaciones gubernamentales que arruinaron la producción nacional.
El control de cambios estimuló la dolarización: el auge inflacionario obliga a proteger el poder de compra de los ingresos y por eso el precio y las operaciones de compra-venta se fijan cada vez más con base en la cotización del dólar paralelo.
Entonces, ¿qué hacer?
—Para salvarse del naufragio fiscal el Gobierno puede unificar el régimen de cambios en torno a la tasa Dicom de 3.445 Bs/$. Esto no solo generaría más bolívares al Gobierno, sino que también ayudaría a drenar el exceso de liquidez que presiona la inflación y la cotización del paralelo. En lugar de recibir solo 10 millones de bolívares por cada millón de dólares, que se liquiden a la tasa Dipro, el Gobierno obtendría 3 mil 445 millones de bolívares, si los vende a la tasa de la última subasta Dicom.
Pero la solución estructural para estabilizar la tasa de cambio, erradicar los incentivos perversos a la corrupción, recuperar el poder de compra del bolívar y fortalecer las reservas internacionales, pasa por eliminar el control de cambios y fijar una sola tasa a un nivel que exprese la verdadera productividad y competitividad del aparato productivo nacional, eliminando así la discrecionalidad y falta de transparencia que imponen los cazadores de rentas y especuladores cambiarios cuando logran controlar el acceso a las divisas preferenciales.
¿Está Venezuela en una situación hiperinflacionaria?
—En la década de los años 80, en Bolivia la hiperinflación llegó a 12.000 % anual. Otros países en América Latina como Brasil, Argentina y Perú sufrieron inflaciones en torno a 2.000 %, 4.000 % y 7.000 % anual. En aquellos tiempos, los economistas convinieron que se podía hablar de hiperinflación si los precios aumentaban al ritmo de 50 % mensual. Pero hoy vivimos otros tiempos en los que la inflación en la mayoría de los países del mundo ha sido abatida y se mantiene bajo control, por debajo del 10 % anual.
«Hay un déficit fiscal superior a 10 % del PIB durante más de 5 años, lo que significa que el Gobierno gasta más de lo que le ingresa»
Según el Índice Nacional de Precios, que calcula la Asamblea Nacional con la misma metodología del BCV, la inflación en agosto fue de 33,7 % y la acumulada en el año llegó a 366,1 %. Lo que hay que tener muy claro es que en Venezuela ya están presentes las causas que en aquellos países desencadenaron la hiperinflación:
1.- Recurrente déficit fiscal superior a 10 % del PIB durante más de 5 años, lo que significa que el Gobierno gasta más de lo que le ingresa y, por lo tanto, inyecta más poder de compra que el que sustrae por la vía del cobro de impuestos.
2.- Impresión de dinero sin respaldo en la producción para cubrir el déficit de Pdvsa y el Gobierno, y al poner a correr mucho dinero atrás de pocos bienes esto dispara los precios.
3.- Creciente desconfianza en el poder de compra de la moneda nacional. Nadie quiere bolívares que se vuelven sal y agua, y esto acentúa el rechazo a la moneda nacional y la demanda de dólares en el mercado paralelo.
¿Corre el riesgo el país de declararse en default, con motivo de las sanciones impuestas por Donald Trump?
—Si se ejecutan nuevas sanciones, particularmente en contra del petróleo venezolano, Venezuela estaría ante un inminente default. Venezuela pagó en agosto 705 millones de dólares en servicio de deuda y deberá pagar en septiembre $228,8 millones, en octubre $1.634 millones y en noviembre $1.890 millones. El estancamiento de los precios del petróleo y la caída en la extracción de crudos no permiten generar la cantidad de divisas suficientes para cubrir todos los pagos pendientes.
Por eso el Gobierno inició una ronda de conversaciones con los tenedores de la deuda de la República y de Pdvsa; quiere renegociar los próximos pagos o comprar con descuento esos bonos. De hecho, diseña con China un fondo para comprar con descuento los bonos de la deuda externa venezolana, que se están rematando con un gran descuento en los mercados secundarios. Esta recompra permitiría importantes ahorros en el pago de capital e intereses.
Lo que no se puede negar es que el Gobierno está haciendo todo lo posible para pagar la deuda. Ha reducido drásticamente las importaciones de insumos, repuestos y maquinarias y ha subordinado la deuda comercial al pago de la deuda financiera, pero los números indican que ya no puede mantener ese ritmo de pagos.
«El 60 % (del salario) es un bono que no vale para el cálculo de las prestaciones sociales, vacaciones, ni pensiones de jubilación»
El presidente Nicolás Maduro ha dicho que su política salarial terminará equilibrando el ingreso de los trabajadores y el alto costo de la vida. ¿Usted cree que lo logrará?
—El Gobierno decretó un aumento del salario mínimo que llegó a Bs. 136.000. También aumentó en cuatro unidades tributarias el bono de alimentación, que llegó a Bs. 189.000. En total, el ingreso integral mensual del trabajador pasó a Bs. 325.000, de los cuales solo 40 % corresponde al salario, mientras que 60 % es un bono que no vale para el cálculo de las prestaciones sociales, vacaciones, pensiones de jubilación, etcétera. Así, en la remuneración de los trabajadores cada vez pesa menos el salario, lo que implica una des-salarización y precarización de la fuerza de trabajo.
Por si fuera poco, la Canasta Alimentaria Familiar (CAF), según el Cendas, llegó a 2.012.556 bolívares. Cuando el costo de la CAF aumenta en mayor proporción que el incremento del ingreso integral, esto anula los aumentos del año en curso y también devora parte del ingreso real del año anterior. Con el argumento de compensar la inflación, el actual Gobierno ha decretado 17 aumentos del salario mínimo, pero estos se convierten en pura ilusión monetaria, ya que nominalmente se gana una mayor cantidad de bolívares, pero en la realidad se puede comprar menos bienes.
La solución está en reactivar la producción nacional, corregir el déficit fiscal y erradicar su financiamiento con emisiones de dinero inflacionario. Pero para poder pagar el aumento salarial de la nómina pública, el Gobierno solicitará un crédito adicional a la ANC, cuestión que incrementará la liquidez monetaria sin el correspondiente aumento de la cantidad de productos que ese dinero sale a comprar. En consecuencia, los precios suben nuevamente y pulverizan el aumento decretado.
¿Cómo ve usted la situación de la industria petrolera, cuyo informe de gestión viene de ser publicado?
—Pdvsa está mal. La compañía está pagando el costo de la pérdida de su capital humano, que se inició con el despido de 18 mil de sus mejores profesionales, en los cuales se había invertido tiempo y dinero, para que se graduaran en las mejores universidades, y luego hicieran sus maestrías y doctorados. Por eso sigue cayendo la producción y los precios se mantienen estancados. Levantar la producción de Pdvsa pasa por un programa de repatriación del capital humano que tuvo que irse a trabajar a otros países, y por el fortalecimiento de la gerencia de la compañía.
No olvidemos que la principal capacidad de pago del país depende de las petrodivisas que genera Pdvsa. Y si se hunde Pdvsa se hunde Venezuela. Para evitar esa tragedia, lo mejor es declarar un default preventivo y acordado con los acreedores. Esto será menos traumático que una tardía y caótica cesación de pagos que traerá como consecuencia el embargo de activos físicos y financieros de Pdvsa en el exterior, incluyendo las cuentas por cobrar por ventas de petróleo.
Por eso creo que un default preventivo y concertado con los acreedores es perfectamente posible y conveniente para el interés nacional. En una reestructuración amistosa, además de ampliar el plazo de vencimiento de los bonos y de mejorar las tasas de interés, el país se puede beneficiar con una rebaja de la deuda, equivalente a la diferencia entre el valor facial y el valor real al que se cotizan los bonos venezolanos en los mercados. Esto permitiría liberar recursos que se puedan reorientar en favor de la reactivación de Pdvsa y del aparato productivo interno.
«Los acreedores tendrán muy en cuenta que a pesar de la caída de la producción y precios del petróleo, la deuda externa de Pdvsa todavía es manejable»
Para que los acreedores acepten esta alternativa, urge un profundo proceso de reingeniería de Pdvsa que la libere de la sobrecarga de funciones que no son consubstanciales con la misión de una compañía petrolera. La transferencia de estas tareas a los entes públicos a los cuales realmente corresponde, ayudará a sincerar la nómina, que necesita la empresa, para realizar sus funciones medulares de exploración, extracción y refinación de crudos. Una gerencia profesional que recupere la producción, aún en un contexto de estancamiento de los precios del petróleo, generará confianza y abrirá el acceso a los mercados financieros.
Al mejorar su productividad se facilitará el acceso al nuevo financiamiento que requiere la industria petrolera. Los acreedores tendrán muy en cuenta que a pesar de la caída de la producción y precios del petróleo, la deuda externa de Pdvsa todavía es manejable. El coeficiente de deuda en comparación con las enormes reservas de petróleo hace de Pdvsa una empresa mucho más solvente que otras compañías petroleras que tienen una deuda equivalente, pero con un nivel de reservas mucho menor, y esto le da un margen de maniobra y negociación para proponer un default preventivo. Pero si Pdvsa cae en una cesación de pagos desordenada, sus acreedores desencadenarán una ola de embargos y querellas judiciales que haría trizas la empresa.