El comportamiento histórico de los diferentes imperios se mantiene en el ejercicio del mismo sometimiento y en la guerra milenaria y permanente, en busca de extender sus dominios.
Agustín Blanco Muñoz
La política, entendida como teoría y práctica para la toma, mantenimiento y disfrute del poder ¿está hoy agotada? ¿Y qué significa esto? ¿Desapareció la política o estamos ante un agotamiento que conduce al vacío teórico de los movimientos tras el poder?
En verdad la política, en los términos establecidos, no ha tenido cambios en sus raíces en el llamado período de la civilización. Se mantiene invariable la Ley de la Desigualdad. La elaboración teórica y conducción, en los miles de años de existencia de propietarios y desheredados, siguen atadas a la misma política. Sólo se produce cambios de dueños y procedimientos.
Al lado de la ley de la desigualdad está la Ley de la Propiedad que establece firmemente el sujeto que controla y se beneficia del poder desde la antigüedad hasta hoy. También de la Ley del mismo Pensamiento, encargada de mantener el control del universo social que produce para el beneficio de la riqueza y dejando las sobras para la sobrevivencia de ‘los de abajo’.
La voluminosa y conocida doctrina para el dominio sobre la suma de hombres de los diferentes escenarios sociales, no registra novedades que atenten contra lo establecido. Y lo que se podría considerar como excepción, el marxismo, en la práctica evidenció ser un movimiento secuestrado por los propietarios. Y aunque en su contenido y discurso diga que se propone la gloria del proletariado, sólo lo ha llevado a una revolución que lo mantiene en la ruina, pero manipulado para hacerle sentir como sujeto o parte del poder político y económico.
Y es que el comportamiento histórico de los diferentes imperios se mantiene en el ejercicio del mismo sometimiento y en la guerra milenaria y permanente, en busca de extender sus dominios. Una lucha que hoy alcanza una tecnología-computarización capaz de llegar a las bombas de máxima destrucción, con miras al establecimiento de un “nuevo orden”.
Este es un estadio de guerra que puede enfrentar los bloques encabezados por China y EEUU en una lucha terminal por la hegemonía imperial, dejando a su paso el consabido registro de muertes de los de siempre. Sería una nueva contienda de muerte de la pobreza utilizada una vez más como simple pieza en defensa de un capital que no cesará en su decisión de pisotearle. Otro escenario conduce a pensar en la posibilidad de arreglos-negociaciones que apunten a ajustes en el orden financiero-imperial.
Y ante este cuadro ¿cómo concebir que el imperio yanqui en situación muy comprometida a nivel internacional y que decide ahora “dejar de ser el policía del mundo y retirarse de las guerras interminables para dedicar sus fuerzas militares sólo en defensa de sus fronteras”, como declaró Trump, y sumido, además, en duros problemas internos en medio de una ‘guerra al racismo’, pueda invadir nuestro ex país sin que eso incida en la contienda en marcha?
Sin embargo, no debe perderse de vista que los altos personeros de la Casa Blanca prosiguen su ristra de amenazas a la “revolución Chávez-madurista-fidelista-marxista-socialista-comunista”. Una revolución bien armada y dispuesta a defenderse a punta de los muertos-asesinatos que impongan las circunstancias. Y eso sí, sin dejar de lado la democracia, la constitución y las leyes de este expaís.
Sancho, ¿Pero qué pensar de un ‘magno imperio’ que acusa el 10/06/20 al “régimen de Maduro de dañar a los estadounidenses”? ¿Muestra de decadencia?
@ablancomunoz