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La mala hora llega a su final

Se ha producido un cambio cualitativo en la correlación de fuerzas que ha separado hasta ahora al chavismo de la oposición


Oscar Battaglini

A pesar de la terrible crisis por la que atraviesa la sociedad venezolana y en particular de la caída descomunal del ingreso petrolero, el chavezmadurismo continúa practicando, aunque en términos cada vez más precarios, una política internacional basada en la compra de voluntades y adhesiones políticas directamente con petróleo y con renta petrolera.

Así ha sido como han tomado cuerpo en América Latina y el Caribe, el Alba, la Celac, Petrocaribe y Unasur. Como puede deducirse fácilmente, se trata de una política exterior diseñada especialmente para y por logreros, mercenarios, filibusteros y rufianes internacionales, y hasta para chulos de la peor calaña.

Se sabe de países que sostienen su economía con la reventa de petróleo venezolano, compran petróleo subsidiado a largo plazo y lo revenden a precios internacionales.

Esto sin incluir el negociado con los famosos “traders”. Hace pocos años Pdvsa apareció en el mercado internacional buscando dinero afanosamente para hacer frente al gasto público, atender compromisos clientelares (misiones, milicias, burocracia, etcétera, para sostenerse artificialmente en el poder, subsanar el déficit fiscal y alimentar el financiamiento de la internacionalización del “socialismo del siglo XXI” en la región).

En esa oportunidad Traders Glencore sirvió de cabildero ante el Royal Bank of Scotland, para una venta grande a futuro de 10 millardos de dólares en la banca europea. Esta negociación fue reseñada por la prensa especializada.

Pero eso no es todo. Desde su origen, el misterio rodea tales operaciones. Se desconocen los términos de los contratos (cantidades, precios, fechas de los cargamentos, subsidios y descuentos).

Es de suponer que en tales condiciones, en la gran mayoría de los casos, las ventas resultan más onerosas que un préstamo internacional, esto, por no hablar de los trueques por leguminosas, cereales o asesores deportivos y médicos de dudosa formación.

Huelga decir que estos contratos nunca han pasado por la Asamblea Nacional, que es el organismo a quien compete la aprobación, supervisión y control de dichas transacciones, según las atribuciones que le confiere la Constitución (artículos 187.9, 222, 223), sino que, lo relativo a estas negociaciones se ha convertido en un auténtico secreto de Estado, saltándose a la torera el artículo 311 de la Constitución; que entre otras cosas dice que: “La gestión fiscal estará regida y será ejecutada con base en principios de eficiencia, solvencia, transparencia, responsabilidad y equilibrio fiscal”…“El ingreso que se genere por la explotación de la riqueza del subsuelo y los minerales, en general, propenderá a financiar la inversión real productiva, la educación y la salud…”

El señalado -puede afirmarse- es el carácter que le ha dado el chavezmadurismo a su política de “integración latinoamericana”, y entre los países que más se han beneficiado de esta política, es decir, que más se han aprovechado del nuestro, se encuentran los del Alba (Cuba, Nicaragua, Ecuador y Bolivia), por un lado, y por otro, China, Argentina y Brasil. (Sólo el Fondo Chino, que se elevó a 12 millardos de dólares, se lleva cada día unos 300.000 barriles diarios).

Es evidente que de esta forma no es posible construir una integración de países auténtica y sólida, capaz de constituirse en una base firme para avanzar en la realización de las grandes tareas que el conjunto de nuestras naciones ha tenido planteado desde siempre, en materia de soberanía, desarrollo económico y complementariedad en las más diversas actividades del quehacer social y político.

Esa forma, que no trasciende el modo tradicional de relacionarse, practicado en nuestros países, lo que sí puede es conducir a otra de las tantas frustraciones experimentadas en el pasado, en lo que a integración latinoamericana se refiere. Esto reviste dos interpretaciones de gran importancia.

En primer lugar, que la política exterior del chavezmadurismo no ha hecho una real contribución al proceso de integración general de nuestros países como no sea la compraventa de solidaridades automáticas; y en segundo lugar, cuando el chavezmadurismo llegue a su fin, en ese mismo momento fenecerá lo poco que se haya podido haber avanzado en ese sentido.

Y esto es precisamente lo que ya han comenzado a evidenciar los inequívocos signos de la inminente descomposición que presentan los organismos de política exterior artificialmente creados con tales fines.

Esa es particularmente la situación de Argentina con el kirchnerismo fuera del gobierno; de Brasil con la defenestración de Dilma Rousseff y la salida de todo el lularismo de las esferas del poder, igualmente con la situación de Rafael Correa en Ecuador y Evo morales en Bolivia, quienes en lo inmediato no podrán postularse para un nuevo período presidencial.

Capítulo aparte ocupa la situación de Venezuela, en la que el madurismo viene de una derrota aplastante en las elecciones parlamentarias del 6/12/15.

Esto es indicador de que se ha producido un cambio cualitativo en la correlación de fuerzas que ha separado hasta ahora al chavismo de la oposición.

El chavismo que venía ocupando de manera omnímoda el lugar de las mayorías, de pronto se ha visto reducido a una minoría opositora en el gobierno, viéndose constreñido a ocupar cada vez más un espacio más angosto en la aceptación de la sociedad venezolana.

Creándose de tal manera una crisis de legitimidad que lo condena a ser desalojado del poder por la voluntad determinante del pueblo.

El chavezmadurismo sabe que no pasa la prueba en la que tenga que medir su fuerza política con la de una sociedad que ha tomado la irrevocable decisión de poner fin a un gobierno autocrático y autoritario, que no sólo ha venido borrando los vestigios democráticos conquistados a sangre y fuego por el pueblo venezolano en el desarrollo de sus luchas desde la muerte de Gómez y el 23 de enero, sino que ha condenado a vivir en medio de una gran precariedad y desesperación por la destrucción que ha hecho de la economía, por la escasez de alimentos y medicinas; por el deterioro absoluto de los servicios públicos, por la pulverización de los salarios y del ingreso familiar en general, por el desempleo, por el incremento exponencial de la delincuencia, por la creciente militarización de la vida política nacional, por el hambre a que somete a gran parte de la población, etcétera.

Esa es la razón -es necesario reiterarlo- por la que el gobierno madurista se propone, apelando para ello a los medios más viles, a la realización del referendo revocatorio presidencial y a cualquier otro tipo de elección, como la de gobernadores, por ejemplo, porque conoce la determinante decisión mayoritaria del pueblo venezolano de revocarle el mandato sin ningún tipo de contemplaciones.

El madurismo sabe que su permanencia en el poder se angosta cada vez más con el paso de los días y esto lo aterroriza, pero finge y actúa como si nada estuviese ocurriendo.

Pero ese es su destino inmediato y haga lo que haga, como en la tragedia griega, no podrá evitar por ningún medio que su destino se cumpla fatalmente; y cuando ese momento llegue, no sólo será el fin del chavismo como proyecto, ensayo o experimento político fracasado, sino que también habrán de extinguirse todos los instrumentos de política internacional creados por él de manera artificial y circunstancial a base de petróleo y renta petrolera.

Mientras tanto Maduro seguirá fingiendo y actuando como si la crisis existencial que lo agobia, no lo hubiese condenado a una caída o muerte inexorable.

A eso se debe el ruido que hace en torno a una supuesta asunción de la presidencia protempore de Mercosur, cuando todo el mundo sabe que sus miembros fundadores (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), se oponen rotundamente a tal propósito por considerar que el gobierno venezolano ha incumplido con los requerimientos democráticos que rigen a esa organización comercial.

A eso se debe también el ruido que hace en torno a su imperialismo frívolo y de opereta, mientras que sus mentores de La Habana cordializan amistosamente con su enemigo del norte y principal socio comercial de Venezuela, que paga puntualmente el millón y medio de barriles de petróleo de donde salen los reales para financiar su política clientelar y dadivosa.

A eso se debe, en fin, que haya prestado nuestro país para la realización de la XVII Cumbre de los países no alineados, que en medio de la terrible crisis por la que atraviesa, le costó cerca de doscientos millones de dólares, y a la que sólo asistieron 19 cancilleres y 15 jefes de Estado, de un total de 120 países que componen esa organización.

Como quiera que sea, todo ese ruido son los estertores de una mala hora que llega o que está próxima a su final.