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2020: un año menos #LetrasAlMargen #GustavoLuisCarrera

A la terrible pandemia de alcance mundial,  sumamos la elección minusválida, que desnudó la condición escuálida de la votación pro gobierno y también de la manifestada a favor de una oposición ambigua, así como el carácter divagante y sin futuro de la gran abstención.

LETRAS AL MARGEN I Gustavo Luis Carrera

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            El calendario impone, por fuerza, la suma del tiempo. Y el cumpleaños se encarga de recordárnoslo cada vez. Sin alternativa, vamos agregando un paso más en el tránsito cotidiano (sic transit gloria mundi), que no cesa. No obstante, hay ocasiones en que el tiempo parece detenerse, e inclusive hacer desaparecer su inexorable reloj de arena.    

            LA PANDEMIA UNIVERSAL. Cuando el coronavirus salió de China seguramente casi nadie temió su propagación pandémica. Durante todo el 2020 reinó el dominio de esta mortal amenaza, aniquilando vidas, economías y sociedades. Al riesgo de muerte se han unido la pérdida de empleos, la baja producción, la paralización comercial; en tanto se canceló la vida social normal, imponiéndose el alejamiento y el temor al contagio. Todo ello acentuado con el riesgo de nuevas oleadas de propagación del virus. Sin duda, una pandemia universal en todos los sentidos: su extensión y su profundidad como debacle.

            PENURIA NACIONAL. Recuerdo haber oído a economistas decir que una hiperinflación no duraba más de seis meses o un año. Y ya nosotros pasamos de tres años de una hiperinflación que sigue en aumento galopante. El bolívar desapareció prácticamente como moneda de curso normal; siendo sustituida ominosamente por el dólar. La escasez de alimentos y de medicinas continúa al orden del día, apenas en algo atenuada por el salvaje aumento de precios, es decir por la desatada especulación. Todo ello unido al hecho increíble, sin que sepamos el tamaño de los cerebros oficiales que lo aceptan, de un salario mínimo mensual que no llega a medio dólar. ¿Es o no vivir una penuria nacional?

            COMPLEMENTO: ELECCIÓN MINUSVÁLIDA. En medio del terrible cuadro esbozado, mentes oficiales manipuladoras y mentes automáticas de sectores de la oposición impusieron, unos, y defendieron, otros, la realización de una elección parlamentaria. Tal empeño condujo a lo que se vaticinaba: una vasta, vastísima, abstención. La incredulidad ante un proceso caracterizado por la manipulación y la demagogia del campo oficial, y por la indefinición y el caudillismo de una oposición fragmentada, atomizada, condujo a la indiferencia de muchos y al rechazo de otro tanto, hasta constituir un contundente nivel de abstención, por lo menos situable en casi un ochenta por ciento del padrón electoral. Fue, sencillamente, un acto fallido. Los oficialistas no pueden ignorar, y esconder, la escualidez del apoyo recibido; y los oposicionistas participantes tienen que reconocer un resultado igualmente macilento y desalentador. Mientras la abstención se impuso de manera aplastante, tan aplastante que fácilmente se vuelve contra sí misma, al carecer de inserción en una estrategia, es decir, al no tener futuro; convirtiéndose en gesto presentista, inmediatista, sin insertarse en acciones posteriores definidas. O sea, una elección minusválida desde cualquier ángulo que se la mire. La falsa elección de 2020.    

            VÁLVULA: «Honestamente, si a la terrible pandemia de alcance mundial,  sumamos la elección minusválida, que desnudó la condición escuálida de la votación pro gobierno y también de la manifestada a favor de una oposición ambigua, así como el carácter divagante y sin futuro de la gran abstención, el hecho es incontrovertible: 2020 no sumó nada positivo: históricamente es un año menos».                    

glcarrerad@gmail.com 

EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.
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