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La AN es versión ampliada de la ANC fraudulenta #Análisis #OscarBattaglini

En el reparto del simulacro electoral del 6D faltaron votos para “elegir” y “proclamar” a candidatos de la Mesita y “alacranes”, cuestión que la rectora Indira Alfonzo resolvió con maniobras y manipulaciones. Esta AN es producto de un fraude gigantesco, descarado y obsceno

Oscar Battaglini

Tal y como estaba “cantado”, la dictadura militarista logró -en complicidad de la “mesita” y los “alacranes”- ejecutar el simulacro electoral del pasado 6 de diciembre, y poner finalmente, sus manos sobre el último bastión de la democracia en Venezuela.

No deja de sorprender la manera como se cumplieron las estimaciones que desde la oposición del G-4, y desde distintos sectores de la sociedad venezolana, (encuestadoras, entre otros) se hicieron acerca de lo que sería el resultado que este evento arrojaría, considerando las condiciones impuestas por la dictadura para su realización.

Lo primero que se cumplió fue: El cálculo de que a esas “elecciones” acudiría menos de 20 % del Registro Electoral Permanente (REP) que, como se sabe, abarca un universo de más de 21 millones de electores.

Primero fue la ‘elección y proclamación’ de sus candidatos a diputados, y luego repartiendo los votos sabiamente (las sobras) entre los candidatos de la ‘mesita’ y ‘los alacranes’”

En términos generales, puede afirmarse que en la farsa electoral, solo participaron con su voto, en cifras absolutas, entre tres y cuatro millones de este universo de electores; votos que el CNE de la dictadura repartió según el criterio … de que “el que reparte siempre le toca la mejor parte”.

Además, asegurándose primero la “elección y proclamación” de sus candidatos a diputados, y luego repartiendo los votos sabiamente (las sobras) entre los candidatos de la “mesita” y “los alacranes”, según lo convenido.

Esto es lo que explica que en ese reparto hayan faltado votos para “elegir” y “proclamar” a esos candidatos, cuestión que la rectora Indira Alfonzo resolvió aplicando una serie de maniobras y manipulaciones (trasiego de votos, incorporación de candidatos de la “mesita” y “alacranes” en puestos salidores de los listados de algunos estados, después de realizadas las elecciones, para que fueran electos y proclamados como diputados.

Es un hecho incontrovertible de que la asamblea surgida de ese simulacro electoral –dado el bajísimo porcentaje de votantes- no representa a la voluntad soberana de la sociedad»

Ese “juego de manos” que todo el país pudo presenciar, se llevó a cabo a plena luz del día (porque la vergüenza es algo que por estos días escasea a ciertos niveles), sin ningún rubor, y sin escrúpulos de ninguna naturaleza; del mismo modo que se realizó todo el proceso del referido simulacro electoral.

Lo señalado hasta aquí confirma dos cosas fundamentales: 1.1- El hecho incontrovertible de que la asamblea surgida de ese simulacro electoral –dado el bajísimo porcentaje de votantes debido al cúmulo de restricciones impuestas (políticas, represivas, jurídicas, etc) que obligaron a la mayoría activa de electores a abstenerse- no representa legítimamente la voluntad soberana de la sociedad venezolana;

1.2- Que esa asamblea es el producto de un fraude gigantesco, descarado y obsceno, ejecutado por un régimen político espurio, y por lo tanto írrita; es decir, inválida y sin fuerza para obligar a su acatamiento por la ciudadanía.

Guaidó y el G4 tomaron la decisión acertada y correspondiente de declarar la continuidad administrativa de sus funciones hasta que en el país se realicen elecciones parlamentarias libres»

Lo segundo que se cumplió fue que quienes participaron en ese montaje, lo harían como comparsas cómplices, es decir, como francos colaboradores de la intencionalidad perversa y aliados confiables de la dictadura militarista que comandan Maduro y Padrino López, de ponerle las manos completa y definitivamente al aparato del Estado como parte de su plan estratégico de perpetuarse en el poder.

Pues bien, eso es lo que acaba de ocurrir con la consumación del simulacro del pasado 6 de diciembre; aunque solo de manera formal y aparente, por el carácter írrito del resultado de dicho evento, y porque la Asamblea Nacional legítima liderada por Juan Guaidó y los partidos políticos democráticos articulados en el G-4, en estricto apego a la Constitución vigente, y con el apoyo de la inmensa mayoría de los venezolanos y de la Comunidad Internacional, tomó la decisión acertada y correspondiente de declarar la continuidad administrativa de sus funciones hasta que en el país se realicen elecciones parlamentarias libres que den paso a su renovación y al pleno restablecimiento de su legitimidad como un poder auténticamente representativo y democrático.

Lo tercero que se cumplió fue la afirmación de que los colaboracionistas en la asamblea espuria, seguirían desempeñando su papel de comparsa, de acompañantes cómplices que la dictadura necesita para darle visos de “legalidad” y “legitimidad” al orden despótico imperante. Esa ha sido la conducta política que de manera invariable han asumido en esa asamblea desde su instalación el pasado 5 de enero.

EL AUTOR es historiador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, co-fundador del partido Liga Socialista y exrector del Consejo Nacional Electoral. Autor de los libros “Legitimación de Poder y lucha política en Venezuela” y “El medinismo, modernización, crisis política y golpe de estado”.

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