Lo único que faltaba: el apoyo de la OEA, ya se dio implícitamente al dejar pendiente la Carta Democrática Interamericana si no hay una salida urgente de la crisis que nos salve de la hecatombe
Jesús Antonio Petit Da Costa
Luis Almagro pasará a la historia de Venezuela como el latinoamericano que le dio una lección de valentía y estrategia a la oposición venezolana de esta época, infinitamente inferior a la que debemos 40 años de democracia. Veamos cuál ha sido la lección y deduzcamos las consecuencias.
Permítaseme primero aclarar: Almagro pertenece al Frente Amplio de Uruguay porque es socialdemócrata. Su partido está afiliado al Foro de Sao Paulo, la Internacional Comunista de América Latina, cuyos fundadores fueron Fidel Castro (Cuba) y Lula da Silva (Brasil). Por su identificación política fue ministro de Relaciones Exteriores en el Gobierno de José (Pepe) Mujica. Cabía esperar entonces que actuase igual que el chileno Insulza.
Pero no ha sido así. ¿Por qué? Ensayo la explicación: Almagro es un socialdemócrata a la antigua, de los que tienen ética y no trafican con sus principios. Entre esos principios está la democracia. Son socialistas, pero democráticos. A los socialdemócratas de Uruguay siempre los caracterizó su formación ideológica y jurídica, robusta y densa, que los diferencia de los seguidores de Chávez, Lula y hasta Fidel, ágrafos y hablachentos, con una tara intelectual que los incapacita para el raciocinio, el cual suplen con el insulto.
«Si no hay una salida a la crisis venezolana en pocas semanas, la Carta Democrática le caerá encima. Su aplicación quedó en suspenso, esperando el resultado de un diálogo fracasado de antemano»
En una hora menguada la socialdemocracia latinoamericana se subordinó a ellos, traicionando los principios por el soborno pagado con la renta petrolera venezolana. Interpreto que ahora, muerto Chávez y en el ocaso Lula y los Castro, ve Almagro la oportunidad de rescatar el liderazgo de la socialdemocracia en la izquierda latinoamericana, devolviéndole la primacía a la Internacional Socialista sobre el Foro de Sao Paulo, que lo condenaría a su extinción, y devolviéndole así a esta corriente ideológica su papel de soporte de la democracia en América Latina junto con la democracia cristiana, como fue antes de la aberración castro-comunista.
Vamos a la lección de valentía: Almagro sabía que se jugaba el cargo si planteaba la aplicación de la Carta Democrática a la tiranía de Maduro. Y se lo jugó. Fue directo a la confrontación. Eso se llama valentía, sustentada en la ética. Lo contrario pasa con la MUD. Controla la Asamblea Nacional. Tiene la legitimidad plena. Pero no se atreve a deponer a Maduro aplicando el 333 de la Constitución. Huye del desafío. Sabe que Maduro es extranjero, tanto que los diputados corearon en plena sesión calificándolo: “colombiano, colombiano.” Pero de ahí no pasan.
Aprobaron un acuerdo declarando que Maduro había roto el orden constitucional; o sea, que está fuera de la ley, siendo un gobernante de facto. Pero de ahí no pasaron. Prometieron revocar el nombramiento del TSJ por inconstitucional y hasta aprobaron el informe que motivaría la decisión. Pero de ahí no pasaron.
Puro “round de sombra”, que así llaman en el boxeo al aguaje del boxeador en el gimnasio. Pura habladera de paja y nada que actúan. Almagro se jugó el cargo mientras la MUD-AN no se ha jugado nada. No ha tirado la parada. Le tienen miedo a lo que pueda pasar. Y salen sus corifeos: si procedemos contra Maduro y el TSJ quién lo ejecuta?
La respuesta se la dio Almagro dándoles una lección de estrategia. Sabía que no contaba con los votos para aprobar la aplicación de la Carta Democrática el jueves. Pero hacerlo permitía medir fuerzas y sobre todo allanar el camino hacia el objetivo. La medición de fuerzas dejó debilitado a Maduro. Y con una amenaza concreta encima.
Si no hay una salida a la crisis venezolana en pocas semanas, la Carta Democrática le caerá encima. Su aplicación quedó en suspenso, esperando el resultado de un diálogo fracasado de antemano.
Señores de la MUD-AN aprendan de Almagro: dadas las condiciones objetivas y subjetivas para la rebelión popular, a lo cual se suma ahora el apoyo de la comunidad internacional para una solución urgente que salve al país de la hecatombe, tengan listo el acuerdo mediante el cual deponen a Maduro por aplicación del artículo 333, que es nuestra Carta Democrática, y simultáneamente remueven al TSJ en el mismo acto. Y convoquen la sesión para aprobarlo. Verán entonces que se moverá todo el mundo, hasta los militares, a resolver ya la crisis venezolana, sabiendo todos que la solución pasa por la salida de Maduro.