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El espejo torcido

Como Leni ante el espejo, en Venezuela predominan los políticos que tienen una visión recortada de sí mismos, alejada del pueblo


 

Julián Rivas

Uno escucha que estamos en transición al socialismo y no queda más que arrugar la cara. ¿Será verdad tanta belleza? Bueno, no hay un lugar en el mundo donde la política no esté retorcida. Si eso es consuelo, aquí tienen uno.

Solamente en una sociedad de emancipación podemos disfrutar la política con P mayúscula. Posiblemente no lo veremos. Cuestión de almanaque. Pero el socialismo será inevitable.

Hay que aprender, pelar los ojos. La política sigue siendo espacio para la manipulación. Un mafioso se puede disfrazar de socialista. Un empresario que practica el agiotismo, siempre tiene políticos que lo defiendan. El bien común es visto como algo raro.

Estos políticos se caen a embustes ellos mismos. O nunca sospechan que lo que ven de sí mismos no es lo que ven los demás. O lo que esperan no es lo que espera la mayoría. Son políticos derechistas, caraduras. No saben de autocríticas.

Henry Ramos y Chúo Torrealba dicen que si ganan las elecciones el 6D van a devolver las tierras expropiadas. ¿Sabrán lo que dicen?

Heinrich Böll, escritor alemán, fue premio Nobel de literatura en 1972. En “Retrato de grupo con señora”, Leni tenía un espejo que, según su abuela, era “peligrosamente adulador”. También había un profesor de religión especialista en partículas de la hostia, cuyo destino investigaba.

De este tipo de gente está llena la política. Son buenísimos para hacer política sin sentido, pero no para liberar sociedades. Como alcaldes o gobernadores pueden hacer un festival de música, pero no darán cuenta públicamente de cuántas obras licitan. Juegan a las emociones, demuestran que saben besar viejitas pobres, pero no enseñan al pueblo a ser libre. El político debe hacer juicios. Eso lo advierte Hannah Arendt, ¡una pendejá! ¡Abundan los embusteros!

Henry Falcón tiene miras altas. Pero lo identifican con el grupo Polar. Lamento que no pise tierra. Como que tenía razón el coronel López Cordero. “Ese Falcón es un echador de vainas, parece que no rompe un plato, pero cómo echa vainas…”.

Ahora quiere a Miraflores. ¿Qué ha dicho Falcón? Nada que provoque reflexiones. Sólo defiende a la Polar. Que si diálogo, tolerancia. ¿Qué hay de sociología en sus planteamientos? Pues nada.

Hay una clase política que tiene mucho de la Cuarta República. Y es mediática: Que un empresario diga que va a hablar con el Fondo Monetario Internacional, sin tener atribución para ello, es grave. Ah, pero muchos políticos se quejan del acoso al señor Mendoza, un ser que nos da peloteros grandes ligas y la arepa de todos los días.

Justamente en Güiria hay un hombre que no come Harina Pan porque eso es químico, o tusa, y pone a su mujer a hacer arepas de maíz pilado todas las madrugadas. ¡Felicidades!

ECONOMÍA POR LOS CACHOS

Pocos advierten sobre la estructura productiva venezolana, o sobre historia de la economía en tiempos petroleros. La tierra venezolana es amplia. Y el contrato sigue siendo la norma. Mientras, no hay comida. El mango se pierde en los días de mayo. Y no hay agua en venta, pero si Chinotto o Seven Up.

Nosotros dejamos de tomar jugo de jovito, de parchita, para cargar una gavera y perseguir a la Pepsi Cola. Esa tragedia nos viene del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez. A la vez la fuga de divisas se acentuó con el Viernes Negro de Luis Herrera.

En Paria conocimos el “chelín”, en alusión a la moneda inglesa, y se trataba del cambio de 1,25 bolívares. Compramos a real y medio y cuartillo. Que era un real, con medio y una locha. Ya es hora de estabilizar nuestra moneda. Pero la política debe ser vista con sentido revolucionario y en función del interés nacional. Por muy estopa que sea el sistema financiero global.

Hace un tiempo la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) sembró árboles de caucho en el estado Amazonas, al sur de Atabapo. Del caucho vive Malasia, país que conserva mucho del modelo decimonónico inglés de las plantaciones. Ahora con el caucho ellos hacen preservativos. Nosotros no.

Por supuesto que la economía es compleja. Habría que determinar cuánto de manufactura habría en un plan nacional de desarrollo. Los capacheros se llevan el cuero para Colombia, como siempre. ¿Dónde queda la industria pesada? En Caripito, Pdvsa impulsó un plan de siembra de pimienta. ¿Qué pasó? ¿Cuál es el balance?

Crecimos en Paria, en un ambiente rural, con plantaciones de cacao y coco con fines de exportación. Pero allá se sembraba la charlotte, una cebollita cotizada en el mundo. En nombre de la modernidad nos arropó el mercado nacional y se impuso la cebolla llegada de Lara ¿Por qué?

Hay resabios culturales. En Apure se cree que ganadero es quien cría vacunos. Olvidamos las ventajas de un plan ovino. O en Trujillo, primer estado productor de vegetales verdes, los que siembran consumen pasta (espaguettis), que precisamente vende el monopolio del señor Mendoza.

Un directivo en materia económica de una alcaldía del estado Sucre nos dijo alarmado: ¡No hay comida, no llega nada de Caracas! ¿Qué? ¿Tú no recuerdas que nos criamos usando aceite de coco, consumiendo verduras, y hasta le echábamos sardina a los perros?

Cierto es que los valores egoístas se han impuesto. Ahora los pescadores venden la pesca en el Caribe. Por los dólares. ¿Entienden?

Ah, la banca. Ya sabemos en qué circuito andan. Eso es guerra económica. Todos los intentos por poner en cintura a la banca han fracasado, principalmente por culpa de los políticos. No hay intermediación.

LA INDUSTRIA DEL HAMPA

El hampa no puede estar por encima de la sociedad. Vea las cárceles de Venezuela y diga usted si lo que vemos es bello, porque aquí no pasa nada.

Pero no se preocupe, algo parecido pasa en México o Centroamérica. Hay un denominador común: el afán de dinero. El capitalismo, ergo. El espejo sigue torcido. Hay que profundizar la revolución. Cuestión de timón y de dirección.